Arbusto de porte redondeado y estructura ramificada que demanda muy escasos cuidados ofreciendo ricas y olorosas floraciones estivales, así como unos interesantes tonos foliares bronceados en otoño e invierno.
Arbusto de forma redondeada que no llega a alcanzar demasiada altura -entre uno y dos metros y medio- cuando es adulto.
Crece con cierta rapidez.
Arbusto perenne -semiperenne en zonas frías- de pequeñas hojas ovaladas con una cara superior brillante, que adquieren un atractivo tono bronceado en el invierno.
Posee ramas arqueadas que se dividen en otras menores y más numerosas en cuyos extremos nacen, a partir de junio o julio y hasta la llegada del frío, pequeñas flores con aspecto de embudo, en color blanco y rosado. Son dulcemente olorosas.
Soporta situaciones de media sombra o sombra ligera, pero se encuentra mejor en exposiciones soleadas, que es donde florece con profusión.
Necesita un terreno bien drenado pero con suficiente humedad en verano.
Arbusto de porte redondeado y estructura ramificada, que demanda muy escasos cuidados ofreciendo ricas y olorosas floraciones estivales así como unos interesantes tonos foliares bronceados en otoño e invierno
Si deseamos que presente un aspecto compacto o cerrado podaremos las ramas principales a la mitad de su longitud en invierno o a principios de la primavera. Conviene además eliminar las ramas deterioradas o enfermas y las que se encuentren visiblemente envejecidas.
Puede plantarse al lado de otras especies, aisladamente o incluso en maceta, pero es mejor que componga masas uniformes o, al menos, que las manchas formadas con ellas sean extensas y amplias.
Los mejores arbustos para combinar con la abelia son aquellos que puedan ofrecer follajes contrastantes en color y en textura, además de florecer en épocas en las que la abelia no lo hace.