Planta trepadora originaria de las riberas del río Amarillo en China que se desarrolla en estado silvestre al trepar sobre otros árboles, alcanzando alturas significativas.
Cuando se cultiva, esta enredadera se mantiene generalmente en torno a los tres metros de altura.
Sus hojas son de forma acorazonada, pudiendo medir más de 20 cm de diámetro y tienen un color verde intenso.
Durante finales de mayo o principios de junio, produce llamativas flores blancas.
Su fruto es de forma ovalada y está cubierto por vellosidades pardas. La pulpa interior es de color verde esmeralda con una parte central blanquecina. Es altamente nutritivo, con abundantes minerales, fibra y especialmente vitamina C.
Prospera en climas húmedos sin heladas a partir de marzo, época en la que inicia su brotación. Se debe plantar en áreas protegidas del viento.
Requiere mayor cantidad de agua durante los meses de verano, mostrando sensibilidad a desequilibrios en el riego.
Necesita un suelo suelto, bien drenado y rico en materia orgánica. No se adapta bien a suelos arcillosos, aunque suelos arenosos pueden ser adecuados si se enriquecen constantemente con materia orgánica.
Preparar el terreno hasta unos 50 o 60 cm de profundidad antes de la plantación. En casos de suelos poco drenados, es necesario implementar sistemas de drenaje. La época más propicia para plantar es a finales del invierno.
Un marco de plantación común es de cinco por cinco metros. Es crucial intercalar plantas macho para polinizar cada seis u ocho plantas hembra, ya que esta combinación es necesaria para una buena producción, ya que los kiwis son frutales que requieren ambos sexos.
La recolección se lleva a cabo en noviembre, con un rendimiento promedio de 40 a 80 kg por planta adulta. Los frutos pueden conservarse entre cinco o seis meses a una temperatura de 0ºC y con una humedad relativa del 95%.
Para el injerto, se usan patrones de semilla o esquejes. El injerto es esencial, ya que en la mayoría de los casos, los patrones de semillas suelen ser plantas macho no productivas.
Los kiwis se entrenzan en alambres sujetos a postes, adoptando una forma en T. Las ramas del año brotan de sus brazos, que deben ser podados tras la cosecha para soportar la fructificación.
La variedad más destacada es la Hayward, aunque otras como Bruno, Abbot y Monty también ofrecen buena calidad.