Al género Cymbidium pertenecen algunas de las especies más bellas y aclimatables de orquídeas de interior. Proceden del norte de la India, China, Japón y Malasia, donde crecen como epífitas soportando temperaturas muy bajas durante la noche -próximas a 0ºC- y gran luminosidad durante el día.
Mantenidas en maceta, crecen de forma desparramada hasta alcanzar 90 cm de altura cuando están en flor.
Son plantas perennifolias que se desarrollan a partir de unos pseudobulbos muy duros de los que parten largas hojas.
Florece en invierno durante 8 ó 10 semanas, tras haber producido los escapos florales al principio del verano. Las flores, de 5 a 10 cm de ancho, alcanzan una amplísima gama de colores -todos excepto el azul- y aparecen en gran número -de 6 a 12- sobre largos escapos que se desarrollan a partir de un pseudobulbo.
Como regla general las orquídeas rechazan el sol directo. Prefieren una situación en la que gozando de abundante claridad, la luz sea ligeramente difusa.
De 10 a 15ºC durante el día y unos 5ºC por la noche. Aguantan bien las fuertes variaciones de temperatura.
Aunque durante la primavera y el verano puedes regar con cierta generosidad, con la llegada del invierno debes obrar con extrema prudencia, limitándote al mantenimiento de un cierto grado de humedad en la tierra.
Por lo general, si se mantiene un buen grado de humedad ambiental, son poco frecuentes los problemas fitosanitarios. En lugares secos pueden aparecer brotes de pulgones, cochinillas y ácaros, además de producirse amarilleamientos en las hojas.
En el substrato ha de predominar la materia orgánica. Agradecerá una mezcla de turba, hojas, musgo y arena.
Cuando las matas comienzan a manifestarse masificadas en exceso, puedes dividirlas en primavera, poniéndolas a enraizar en condiciones de humedad elevada.
Es mejor que estén solas combinadas entre sí aunque también combinan felizmente con bromelias. No intentes más combinaciones que estas pues son consideradas plantas celosas.