Cuidados, consejos y curiosidades del Pelargonium zonale, el geranio más popular de balcón y jardín. Aprende cómo mantenerlo sano y florido.
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🌸 El rey de patios y balcones
El Pelargonium zonale, conocido popularmente como geranio, es una planta ornamental muy querida por su vigor, abundante floración y aire alegre. Famosa en balcones, terrazas y patios, destaca por su follaje verde con anillos oscuros y flores vivas en tonos que van del rojo intenso al rosa, blanco o salmón. Originaria del sur de África, se ha convertido en un clásico del jardín mediterráneo por su capacidad de florecer durante meses.
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Alcanzan entre 30 y 60 cm de altura, con un crecimiento compacto y vigoroso si reciben buena luz.
Todos los pelargonios zonales tienen un porte erguido, tallos gruesos y hojas redondeadas y carnosas, con un borde oscuro característico (la “zona” que da nombre a la especie).
Sus hojas redondeadas, de textura aterciopelada y con una franja oscura en el centro, son muy decorativas incluso sin flor. Algunas variedades presentan tonos variegados (verde, blanco, dorado).
Las flores crecen agrupadas en umbelas redondas sobre largos pedúnculos, en una amplia gama de colores: blanco, rosa, rojo, coral, fucsia… Florecen desde la primavera hasta bien entrado el otoño, sobre todo si se eliminan las flores marchitas con frecuencia.
Aunque se cultiva a menudo como planta de temporada, puede vivir varios años si se protege del frío. Con los cuidados adecuados, se mantiene vigoroso y florido mucho tiempo.
El Pelargonium zonale necesita mucha luz solar directa para crecer con fuerza y florecer abundantemente. Lo ideal es ubicarlo en balcones, terrazas o jardines donde reciba al menos 6 horas de sol al día. Las variedades de hojas variegadas pueden tolerar sombra parcial, pero una exposición insuficiente afectará negativamente su floración.
Gracias a sus hojas y tallos carnosos, el Pelargonium zonale es resistente a la sequía. Sin embargo, el exceso de agua es uno de sus mayores enemigos: puede causar pudrición de raíces y aparición de hongos. Riega solo cuando el sustrato esté bien seco, aplicando el agua directamente en la tierra y evitando mojar el follaje.
Es una planta sensible al frío y a las heladas. Durante el invierno, conviene protegerlo en interiores o en zonas resguardadas, especialmente si la temperatura baja de los 5 °C. En climas templados, puede mantenerse al aire libre con una ligera protección nocturna.
Prospera en un sustrato suelto, nutritivo y bien drenado. Una mezcla universal enriquecida con compost o humus es ideal, siempre que drene bien. Un buen drenaje es clave para evitar acumulaciones de agua, ya que el Pelargonium es muy sensible al encharcamiento. Durante el crecimiento activo (primavera y verano), es recomendable abonar cada 15 días con fertilizante líquido para plantas de flor, diluido en el agua de riego. Esto favorecerá una floración continua. Evita abonar en invierno, cuando la planta entra en reposo.
El trasplante debe hacerse al inicio de la primavera (marzo–abril) o tras la floración principal (julio–agosto). Elige una maceta ligeramente mayor (2 cm más ancha) que la anterior, con orificios de drenaje en la base. Esto favorece el desarrollo de nuevas raíces sin ahogar la planta.
Retira regularmente las flores y hojas secas para estimular la floración continua y mantener la planta limpia. A finales del otoño o en invierno, puedes realizar una poda más profunda, dejando solo la base o “cepa” para que brote con fuerza en primavera. En climas suaves, bastará con una poda ligera de mantenimiento.
El Pelargonium zonale se multiplica fácilmente por esquejes de tallo. Los mejores resultados se obtienen a principios o finales del verano, usando ramas sin flor. Coloca los esquejes en macetas con turba húmeda, cúbrelos con plástico transparente para crear un efecto invernadero, y mantenlos en un lugar cálido y luminoso hasta que enraícen.
El Pelargonium zonale combina muy bien con otras plantas de exterior que disfrutan del sol y del riego moderado. Puedes acompañarlo con lavandas, salvias, verbenas o calibrachoas, que aportan distintos volúmenes y colores a la composición. También se lleva bien con plantas aromáticas como romero o tomillo, creando un rincón mediterráneo lleno de vida. En balcones, puede lucir junto a especies colgantes que suavicen los bordes de la jardinera, mientras él aporta altura y flores constantes. Lo importante es que compartan necesidades similares de sol y drenaje.
Dentro del Pelargonium zonale existen numerosas variedades y cultivares que ofrecen una gran diversidad de colores, formas y tamaños. Desde los clásicos de flor roja intensa hasta tonos rosa, blanco, coral o bicolores, las opciones decorativas son muy amplias. Algunas variedades tienen hojas con bordes rizados o variegados, que añaden interés incluso cuando no están en flor. También hay tipos compactos ideales para macetas pequeñas, y otros de porte más erguido o ramificado, perfectos para jardineras o composiciones mixtas. Esta versatilidad ha hecho del geranio una planta imprescindible en terrazas y balcones.
Aunque en jardinería lo conocemos como “geranio”, el Pelargonium zonale no es un verdadero geranio desde el punto de vista botánico. Pertenece al género Pelargonium, distinto al género Geranium, aunque ambos comparten origen africano y ciertas similitudes en su floración. El nombre común se ha mantenido por tradición, pero en realidad estamos hablando de dos plantas diferentes.
Una curiosidad muy llamativa es que el Pelargonium zonale fue una de las primeras plantas ornamentales traídas de Sudáfrica a Europa en el siglo XVII. Su éxito fue inmediato en jardines y balcones, especialmente en zonas mediterráneas, gracias a su resistencia al sol y su larga floración. Desde entonces, ha sido símbolo de hospitalidad, tradición y color en muchísimos hogares europeos.
Suele deberse a exceso de agua o mal drenaje. Asegúrate de que el sustrato se seque entre riegos y que la maceta tenga orificios en la base. Evita el encharcamiento.
Puede ser por sol muy intenso o riego en horas de calor. Riega en las primeras horas del día y proporciona algo de sombra en las horas más fuertes si el sol es excesivo.
Síntoma de pudrición por exceso de humedad. Reduce el riego y mejora el drenaje. Retira las partes afectadas y desinfecta las herramientas de poda.
Falta de nutrientes, luz insuficiente o poda inadecuada. Ubica en zona muy soleada, abona con fertilizante para floración y retira flores marchitas para estimular nuevos brotes.
Puede indicar carencia de hierro o magnesio, o exceso de riego. Usa un abono equilibrado y ajusta la frecuencia de riego.
Muy comunes en climas cálidos y secos. Inspecciona a menudo. Usa jabón potásico o insecticida suave, y mejora la ventilación de la planta.
Signo claro de saturación de agua y raíces en descomposición. Cambia el sustrato, poda raíces dañadas y usa macetas con buen drenaje.
Uso de abrillantadores comerciales o agua con residuos. Limpia solo con un paño húmedo y agua clara. Evita productos químicos sobre el follaje.
La mariposa africana del geranio (Cacyreus marshalli), también conocida como taladro del geranio, es una de las plagas más graves y específicas que afectan al Pelargonium zonale. Esta mariposa pone huevos en los capullos y tallos del geranio. Las orugas que nacen perforan los tallos, provocando marchitamiento repentino de ramas aparentemente sanas. Si al cortar un tallo ves un agujero en el centro... ¡ahí está el culpable! Es una plaga silenciosa pero muy destructiva si no se detecta a tiempo.
💡 Solución:
· Inspecciona regularmente los tallos y brotes tiernos.
· Corta y elimina las partes afectadas al primer síntoma (tallos huecos o agujereados).
· Usa insecticidas sistémicos específicos para taladro, aplicados con regularidad en los meses cálidos.
· Como prevención, evita plantar nuevos geranios cerca de plantas ya infestadas y favorece la ventilación y exposición solar.
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