Cuidados esenciales y curiosidades de la orquídea Phalaenopsis. Aprende a cultivar esta planta elegante en interior.
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🌸 Flor de mariposa, alma tropical
La Phalaenopsis amabilis, conocida como orquídea mariposa, es una planta de interior muy apreciada por su elegancia natural y su floración prolongada. Con sus largos tallos arqueados y flores blancas de forma simétrica, aporta un aire exótico y sereno a cualquier espacio luminoso. Originaria del sudeste asiático, ha sido la base de numerosos híbridos comerciales que hoy inundan viveros y floristerías con tonos rosas, púrpuras o moteados.
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Las orquídeas Phalaenopsis suelen medir entre 30 y 70 cm de altura, dependiendo del tamaño de la hoja y la longitud del tallo floral. Algunas variedades compactas no superan los 25 cm, ideales para espacios reducidos.
Es una planta de crecimiento lento, pero constante si se encuentra en un entorno estable. En condiciones favorables, puede florecer varias veces al año y emitir nuevas hojas cada temporada.
Sus hojas son grandes, verdes, carnosas y alargadas, dispuestas en forma de roseta basal. De textura lisa y tacto firme, almacenan agua y nutrientes, por lo que también indican el estado general de la planta (si se arrugan, algo va mal).
La Phalaenopsis amabilis produce flores grandes, blancas y ligeramente perfumadas, con forma de mariposa y una textura delicada. Brotan de largos tallos arqueados, que pueden mantenerse floridos durante varias semanas, incluso hasta tres meses en ambientes estables. En buenas condiciones, esta especie puede florecer una o dos veces al año, y en ocasiones emitir una segunda floración desde el mismo tallo si no se corta. Aunque la mayoría de las orquídeas vendidas hoy en día son híbridos derivados de P. amabilis y otras especies, comparten un patrón similar de floración: prolongado, elegante y espectacular, con una amplia gama de colores y formas.
Es una planta perenne y muy duradera. Bien cuidada, puede vivir muchos años en interior, produciendo hojas nuevas y refloreciendo temporada tras temporada. Muchas orquídeas domésticas superan los 10 años de vida.
Prefiere luz indirecta brillante. Sitúala cerca de una ventana orientada al este o al oeste, pero protegida del sol directo, que puede quemar sus hojas. En ambientes con poca luz, florece menos o deja de hacerlo.
Riega cuando las raíces se vean plateadas o el sustrato esté seco al tacto. Lo habitual es una vez por semana en verano y cada 10–15 días en invierno. Evita que quede agua en la base de las hojas o en el centro de la roseta.
💡 Truco: riega por inmersión o con regadera fina, dejando escurrir bien.
Ideal entre 18 y 25 °C. Tolera temperaturas algo más altas, pero no le gusta el frío. Nunca debe exponerse a menos de 15 °C ni a corrientes de aire. Pequeños contrastes de temperatura entre día y noche pueden estimular la floración.
Plántala en sustrato especial para orquídeas, a base de corteza de pino, carbón vegetal o fibra de coco.
Durante primavera y verano, abona cada 2 o 3 semanas con un fertilizante específico, diluido y aplicado después del riego. Es importante que sea específico para orquídeas porque es más flojito y las orquideas son más delicadas que otras plantas de interior. En otoño e invierno, reduce o suspende el abonado.
Las raíces aéreas necesitan respirar. Usa macetas transparentes con orificios si es posible, o cestas especiales para orquídeas. Trasplanta cada 2 o 3 años, justo después de la floración, para renovar el sustrato y revisar raíces.
No necesita poda, pero puedes cortar el tallo floral marchito a ras si se ha secado. Si aún está verde, puede volver a florecer, así que espera unas semanas antes de decidir. Retira hojas o raíces secas solo si están completamente deshidratadas.
Puede producir pequeños brotes (keikis) en los tallos florales. Una vez desarrollen raíces propias, se pueden separar y plantar en sustrato nuevo. Es un proceso lento, pero posible en condiciones de humedad y luz estables.
Aunque no se cultivan junto a otras especies en la misma maceta, puedes combinar tu orquídea con otras plantas de interior que disfruten de luz suave y humedad ambiental moderada. Algunas buenas acompañantes decorativas son: helechos pequeños, fitonias, marantas, calateas (si el ambiente no es muy seco). Juntas pueden crear un efecto tropical sereno, ideal para rincones bien iluminados del hogar.
La Phalaenopsis amabilis es la especie más reconocible por sus flores blancas y simétricas, pero en el mercado encontrarás una gran variedad de híbridos derivados con colores vibrantes: rosa intenso, púrpura, amarillo, moteados o con bordes contrastados. Algunas variedades compactas, conocidas como mini phalaenopsis, son ideales para espacios reducidos y tienden a florecer más de una vez al año si están bien cuidadas.
El nombre Phalaenopsis proviene del griego phalaina (mariposa nocturna) y opsis (apariencia), en referencia a la forma de sus flores, que recuerdan a mariposas en vuelo. Amabilis significa "adorable" o "digna de ser amada" en latín. Nada mal como carta de presentación.
Las raíces de la Phalaenopsis amabilis contienen clorofila y pueden realizar fotosíntesis igual que las hojas. Por eso suelen ser verdes cuando están sanas y necesitan luz indirecta para mantenerse activas.
Este es el motivo por el que muchas orquídeas se cultivan en macetas transparentes: no es solo por estética, ¡sus raíces también quieren un poco de sol!
La Phalaenopsis amabilis es una planta nativa del sudeste asiático y ha sido elegida como flor nacional de Indonesia, donde se la conoce como "Anggrek bulan" o "orquídea de luna". Se considera un símbolo de gracia, pureza y elegancia natural.
Suele deberse a exceso de agua o mal drenaje. Asegúrate de que el sustrato se seque entre riegos y que la maceta tenga orificios en la base. Evita el encharcamiento.
Suele ser señal de exceso de riego o pudrición por acumulación de agua en el centro de la planta. Evita mojar la corona al regar y asegúrate de que el sustrato drene bien. Si ya hay daños visibles, corta las partes afectadas y deja secar la planta en un lugar ventilado.
Puede ocurrir por cambios bruscos de temperatura, corrientes de aire o un traslado reciente. Las Phalaenopsis son sensibles al estrés ambiental. Colócala en un lugar tranquilo, sin corrientes, y evita moverla mientras está en floración.
Estas manchas suelen deberse a exceso de humedad o falta de ventilación, lo que favorece la aparición de hongos. Corta las hojas afectadas con una herramienta limpia, mejora la circulación del aire y evita mojar el follaje al regar.
Es señal de riego insuficiente o ambiente demasiado seco. Las raíces de la orquídea deben verse verdes cuando están hidratadas. Riega por inmersión cuando estén plateadas y aumenta ligeramente la humedad ambiental si es necesario.
Estas plagas pueden aparecer en ambientes cálidos y secos o si la planta está debilitada. Limpia las hojas con agua jabonosa o con un insecticida suave específico para orquídeas. Revisa regularmente el envés de las hojas y mantén un entorno limpio y ventilado.
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