Grupo muy amplio de arbustos de hoja perenne que destacan por las espectaculares floraciones exhibidas en primavera.
Arbusto perennifolio de hasta 3 m de altura.
Las hojas son enteras y elípticas, de unos 3 cm de longitud, con el haz verde oscuro y el envés ferrugíneo.
Las flores miden unos 2 cm, son de color rosa y se disponen en grupos, de tres a ocho unidades, que tienen el cáliz tubular y la corola con los pétalos soldados en la base. Florece entre abril y junio
Precisan de la protección de una sombra en su lugar de plantación.
Necesitan temperaturas muy bajas en invierno para vegetar de manera óptima.
El suelo ha de gozar de suficiente humedad de manera permanente, sobre todo en verano.
El terreno ha de ser de carácter ácido, con abundante proporción de materia orgánica, que se habrá de incorporar en la base de los arbustos -una vez al año, por lo menos- en forma de turba, estiércol semidescompuesto o mantillo de hojas.
El aspecto y porte natural de estas plantas aconseja no podarlas salvo en muy determinadas circunstancias, haciéndolo siempre al final del verano.
Allí donde las sombras sean habituales se brindan como excelentes ya que aportan masa verde y vistoso colorido en las últimas semanas del invierno y primeras de la primavera. En antojanas, porches o terrazas defendidos de los rayos solares, admiten sin problemas el cultivo en todo tipo de recipientes.
En medicina popular el Rhododendron se usa contra el reuma y la gota y como diurético, pero en dosis elevadas es peligroso.
En regiones de invierno frío constituyen el complemente arbustivo ideal para dar volumen a ese tipo de ambientes, en los que pueden ser complementados con especies de similares condiciones de cultivo, como hortensias, kalmias, pieris o helechos.