Esta hermosa trepadora se cultiva en interiores por la exquisita y fragante floración que ofrece al llegar el verano.
Posee vigorosos tallos trepadores que necesitan de un tutor para sujetarse.
Las hojas, de color verde oscuro, tienen forma ovalada, brillan intensamente y son muy consistentes al tacto.
Los meses de mayo y junio marcan el comienzo de la aparición de las flores, reunidas en blancos racimos colgantes que desprenden el intenso aroma a jazmín que las caracteriza.
Necesitan recibir luz sin restricciones, soportando bien el sol directo de mediodía.
Durante los meses invernales, la temperatura ha de mantenerse fresca -imposible en estancias con calefacción-, por contra, en primavera y verano no debería descender de los 15ºC. En cualquier caso, la planta se resiente ante cualquier cambio brusco de temperatura.
El riego ha de ser prudente en todo momento, reduciéndose al mínimo en invierno, aunque cuidando de que la maceta no llegue a secarse por completo.
Mientras dure la floración debe aportarse un fertilizante líquido mezclado con el agua cada dos semanas.
Los esquejes obtenidos de los extremos de los tallos enraízan con facilidad si se les proporciona suficiente calor. Esta operación contribuirá, además, a que la planta, con tendencia al crecimiento longitudinal, se ramifique con mayor intensidad.
Lo ideal sería disponer de un pequeño invernadero, en el que la planta pudiera desenvolverse a sus anchas. En su defecto, habremos de cultivarlas solas, evitando trasladarlas de lugar una vez las flores hayan aparecido.